viernes, 23 de enero de 2015

Enseñar con tablets un requerimiento de la plasticidad cerebral

Enseñar con tablets puede ser considerado por algunos como una frivolidad de profesores jóvenes e inexpertos o de viejos insensatos que necesitan demostrar urgentemente que siguen estando actualizados, que no se han quedado atrás.
Sin embargo, es posible que en la plasticidad cerebral esté la clave por la que en un futuro muy próximo nos veamos obligados a enseñar con tablets.
De un tiempo a esta parte, los profesores veteranos hemos venido observando una serie de características en los alumnos de los últimos cursos, que no se daban en los anteriores más que de manera residual:

  1. Dificultades para realizar una escucha atenta. 
  2. Dificultades para mantenerse en silencio.
  3. Tendencia a la impulsividad y a dar respuestas inmediatas.
  4. Necesidad de sostener y manipular siempre algún objeto entre sus manos.
  5. Necesidad de estar actuando siempre.
Según han demostrado las investigaciones de A. Pascual-Leone, después de seis meses de práctica constante de una determinada actividad, se produce una reestructuración y un fortalecimiento de las neuronas implicadas en esa actividad de aprendizaje, creando nuevas redes de comunicación neuronal, mucho más rápidas y poderosas.
Si bien es cierto que para producir un cambio a nivel evolutivo, son necesarios miles de años, dada la plasticidad del cerebro, para provocar un cambio permanente en los mapas cerebrales sería suficiente con seis meses.
Por lo tanto, es fácil deducir, que las nuevas generaciones, que pasan varias horas diarias conectados a sus dispositivos móviles, sus tablets, sus teléfonos, sus consolas, a lo largo de meses y años, adquieran de manera permanente habilidades relacionadas con las nuevas tecnologías que finalmente hayan modificado su estructura cerebral y en particular sus redes neuronales de aprendizaje.
Esto plantea un problema educativo importante, puesto que si han constituido unos sistemas de aprendizaje, que difieren de las que habitualmente hemos venido utilizando, podemos encontrar ahí la explicación de las dificultades crecientes que algunos alumnos están experimentando en la escuela, puesto que las áreas cerebrales que deberían estar utilizando no se han formado, y aquellas que ellos tienen creadas para este fin, no son las que la escuela, de manera tradicional, emplea.
Hay otros factores importantes  que justifican el uso de tablets en la escuela y que consisten básicamente en revertir unas características que en la escuela tradicional se convertirían en obstáculos para el éxito académico, en apoyos para alcanzarlo:

  1. Su necesidad de estar siempre activos es reconducida hacia el trabajo intelectual o manipulativo que se les presenta a través de la pantalla.
  2. El uso de las tablets permite que los niños que son incapaces de prestar atención a un profesor, se vean sin embargo, absorbidos por la información y las actividades que provienen de su pantalla.
  3. La tendencia a la impulsividad y a la inmediatez, factor disruptivo en una clase tradicional, se convierte en un mecanismo fundamental para seguir con rapidez líneas de investigación a través de sus dispositivos y sobretodo en un mecanismo que permite, con los sucesivos clics, que el número de ejercicios que realicen por unidad de tiempo respecto al lápiz y al papel llegue a multiplicarse por 100.
  4. Las clases se vuelven más silenciosas y su ambiente más próximo al de una oficina en la que todos los empleados realizan el trabajo habitual ante la pantalla de su ordenador, resolviendo mediante clics el trabajo del día. 
Con frecuencia se utilizan argumentos más ligeros para justificar el uso de tablets en la escuela, como el menor costo económico a medio plazo, o la protección de los menores ante mochilas muy pesadas que puedan lesionar la espalda, que siendo válidos, no llegarían a ser determinantes.
Sin embargo, si  Pascual-Leone está en lo cierto, parece más sencillo que el sistema educativo se adapte a estos cambios neuronales que están produciéndose en los cerebros de las nuevas generaciones, que por el contrario, intentar revertir unas redes de aprendizaje, sólidamente consolidadas y que finalmente les serán más útiles para desenvolverse en las sociedades del futuro. En esta ocasión al menos, es más fácil y conveniente que nos adaptemos los profesores, que que aspiremos a remodificar los circuitos neuronales creados a lo largo de tanta actividad cerebral por parte de nuestros alumnos.
Álvaro Pascual-Leone es profesor de neurología en la Escuela Médica de Harvard,  desde 1997. Además es el director de Centro de estimulación cerebral no invasiva (en inglés Center for Noninvasive Brain Stimulation) y director asociado del Centro de Investigación Clínico General del Centro Médico de Beth Israel Deaconess en Boston.

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